lunes, 20 de junio de 2011

Presentan en Italia Ciudades Rurales como modelo de atención a poblaciones desplazadas internas

Chiapas presentó el caso de las Ciudades Rurales Sustentables como un modelo de atención a poblaciones desplazadas internas, en donde se cumple con los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio y se protege los derechos humanos de la población vulnerable, en el marco del 7° Curso sobre Derecho de los Desplazados Internos organizado por la ONU en la ciudad de San Remo, Italia.

Invitado por el representante del secretario general de la ONU sobre los Derechos Humanos de las Personas Internamente Desplazadas, doctor Chaloka Beyani, así como por las Agencias de las Naciones Unidas para los Refugiados y para los Derechos Humanos y por el Instituto Internacional de Derecho Humanitario, el Gobierno de Chiapas, representado por Blanca Ruth Esponda, coordinadora general de Gabinetes, participó en el evento realizado del 7 al 12 de junio.

Asimismo participó el diputado local Zoé Robledo Aburto, presidente de la Comisión de Desarrollo Social del Congreso del Estado, quien destacó que pronto el Legislativo examinará conjuntamente con expertos locales, nacionales e internacionales la Iniciativa de Ley para la Atención a los Desplazados Internos, enviada por el Ejecutivo chiapaneco.

En el curso se examinó la necesidad creciente de comprender mejor la situación y necesidades de los desplazados internos y de la ley aplicable. Mediante conferencias, casos de estudio y ejercicios prácticos, dirigidos por expertos, los participantes conocieron los Principios Rectores aprobados por la ONU sobre la Protección a Personas Internamente Desplazadas (PIDs).

Se examinaron los desafíos que representa para los gobiernos la protección a los desplazados internos, tanto durante la contingencia natural o la violencia social, así como durante su permanencia en los campamentos y luego, cuando se da la restitución del hogar y/o de las propiedades pre-existentes al desastre natural o a la contingencia social.

Insistieron en las medidas de protección que deben estar presentes durante la emergencia, como el cobijo y la alimentación suficiente y adecuada en los campamentos y se examinó la prevención de riesgos como la violación de los derechos humanos, así como la obtención de medios de vida y empleos para lograr soluciones perdurables.

El intercambio de experiencias entre los participantes permitió conocer los diversos mecanismos para realizar acciones gubernamentales en el marco de la legislación y las políticas públicas de cada país destinadas a la protección de las personas internamente desplazadas (PIDs), que son altamente vulnerables, por lo que los participantes felicitaron que Chiapas sea pionero en México para brindar todo el apoyo gubernamental y de la sociedad civil organizada que requieren los desplazados.

En el encuentro participaron también otros altos funcionarios de gobiernos como Bangladesh, República Central de África, Chad, India, Kenya, Kyrgyzstan, Nigeria, Filipinas, Sri Lanka, Sudán, Uganda y Zimbabwe. Aportaron su valioso conocimiento expertos de las agencias de la ONU, organismos no gubernamentales e instituciones educativas que atienden asuntos de las personas internamente desplazadas, como el Instituto Brookings y el Instituto Internacional de Derecho Humanitario, presidido por el embajador Maurizio Moreno, a su vez representante del Gobierno de Italia ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). ASICh

jueves, 16 de junio de 2011

Movimientos Indígenas de América Latina: un reto

Carlos Guzmán Böcklin

“Tiramos por la borda las teorías racistas y / o paternalistas que, con diferente nombre y en épocas sucesivas, presentaban a las poblaciones indígenas (…) como un problema irresoluto al que había que darle una solución definitiva, por el exterminio o por el mestizaje programado, además de la proletarización que exigían los pensadores estalinistas de las izquierdas ortodoxas para limpiar el camino que conduciría a la revolución. (…) Sin embargo, en el último tercio del siglo XX todas estas teorías van perdiendo terreno ante un hecho real: “La India” no sólo no se acababa sino había crecido en número y en la toma de conciencia de su situación. Levantó la voz, participó en los movimientos revolucionarios y exigir derechos, respeto y participación activa en la vida social global “.  

En el artículo 68 de la Constitución de la República del Ecuador de 1830 establece que: “Este Congreso constituyente nombra a los venerables curas párrocos por tutores y padres naturales de los indígenas, excitando su ministerio de caridad a favor de esta clase inocente, abyecta y miserable “. Casi dos siglos después la situación ha cambiado bastante. A este respecto, en el informe “Tendencias Globales 2020 – Cartografía del futuro global”, del consejo nacional de información de los Estados Unidos, dedicado a estudiar los escenarios futuros de amenaza a la seguridad nacional de este país, puede leerse : “A comienzos del siglo XXI, hay grupos indígenas radicales en la mayoría de los países latinoamericanos, que en 2020 deberán haber crecido exponencialmente y obtenido la adhesión de la mayoría de los pueblos indígenas (…) Estos grupos podrán establecer relaciones con grupos terroristas internacionales y grupos antiglobalización (…) que podrán poner en causa las políticas económicas de los liderazgos latinoamericanos de origen europeo. (…) Las tensiones se manifestarán en un área desde México a través de la región del Amazonas “. Para enfrentar esta presunta amenaza que afectaría la gobernabilidad de la región poniendo en duda la hegemonía continental de Washington y afectando sus intereses, el gobierno estadounidense ya tiene establecida la correspondiente estrategia contrainsurgente, la “Guerra de Red Social” (guerra de cuarta generación, guerra mediático-psicológica donde el enemigo no es un ejército combatiente sino la totalidad de la población civil), tal como décadas atrás lo hiciera contra la teología de la liberación y los movimientos insurgentes que se expandieron por toda Latinoamérica. 

Hoy, como dice el brasileño Boaventura Sousa Santos refiriéndose al caso colombiano en particular y latinoamericano en general, “la verdadera amenaza no son las FARC. Son las fuerzas progresistas y, en especial, los movimientos indígenas y campesinos. La mayor amenaza [para la estrategia hegemónica de los Estados Unidos] proviene de aquellos que invocan derechos ancestrales sobre los territorios donde se encuentran estos recursos [biodiversidad, agua dulce, petróleo, riquezas minerales], es decir, los pueblos indígenas “. Así, los que durante los siglos de colonialismo español fueron la “raza inferior” con la misericordia explotación se contribuyó en buena medida a la acumulación originaria del capitalismo europeo, ahora pasan a constituirse en un peligro para a la seguridad hemisférica. Los movimientos indígenas de Latinoamérica están vivos y en pie de lucha. Pero esto abre una serie de planteamientos: ¿qué son en realidad los movimientos indígenas en Latinoamérica? De hecho el término se aplica a una variada y bien heterogénea realidad donde confluyen puntos de vista muy diversos, a veces opuestos. De todos modos, más allá de esta dispersión, hay un común denominador de fondo: la reivindicación de una identidad cultural de base: “como indios nos conquistaron, como indios nos liberaremos”. No hay duda de que estos movimientos, con diversidades dentro de cada Estado nacional, vienen creciendo, cobrando más fuerza, más solidez. En algunos países son ya actores políticos de la mayor importancia, y dentro de la lógica de democracias representativas “vigiladas”-para decirlo de alguna manera tolerable-que barren hoy Latinoamérica, no pueden ser ya excluidos del diálogo nacional como lo fue durante siglos en las agendas de las aristocracias vernáculas, supuesta representación del “progreso” europeizante frente al “atraso” de los pueblos originarios. 

De hecho, en Bolivia está el primer presidente de origen indígena de la historia: el aymara Evo Morales, producto de la movilización de las bases en históricas jornadas de lucha. Y en Ecuador, Perú, Guatemala, Chiapas en el sur de México son los actores más dinámicos del panorama político. Vale hacer una consideración: el término “indígena”, incluso, por tan amplio puede terminar no siendo necesario y contribuir a la exclusión. Por eso no faltan los que plantean su eliminación: “Utilizar los nombres propios de cada pueblo (Kiché, Quechua, Cuna, Sami, etc.) Eliminando el concepto” indígena “que generaliza ya la vez destruye nuestra identidad, es decir, construir un mundo sin indígenas y reconocer los nombres propios de los pueblos “, según se propone en las Conclusiones del Encuentro” Proyecto Pueblos Indígenas “de la Organización Internacional del Trabajo, de 1996, realizado en la ciudad de Chimaltenango, Guatemala.

La aparición de los pueblos indígenas como nuevos actores políticos en el escenario latinoamericano, con una dinámica muy particular como no lo habían tenido durante los siglos de colonialismo ibérico padecido, se caracteriza por un conjunto de dinámicas propias que no tienen otros movimientos sociales: 1) la reivindicación por sus derechos específicos como pueblos indígenas con su cultura y su autonomía, 2) la territorialización de su presencia, 3) el desarrollo de estructuras organizativas cada vez más complejas , 4) la dimensión nacional de sus demandas, 5) las relaciones que están tomando sus luchas con los Estados nacionales donde las mismas ocurren. Se podría decir que es un pedido generalizado, desde Chiapas hasta la Patagonia, el reclamo de reconocimiento del derecho a la diferencia, que se reconozca y respete su especificidad étnico-cultural, que no se les reduzca a algunas categorías sociales de la sociedad capitalista dominante, como la de “campesinos”. 

Las reivindicaciones más sólidas y articuladas de algunos movimientos indígenas se han encaminado hacia el planteamiento de Estados plurinacionales. Esto apunta a la modificación estructural de los Estados nacionales nacidos después de la independencia formal de la corona española a principios del siglo XIX como “grandes fincas” manejadas por aristocracias criollas sin proyecto propio de nación-como sucedió, por el contrario, en la naciente Unión americana en América del Norte, que desde el inicio (eliminando a todos los pueblos originarios, valga añadir) -, se planteó una real independencia política y económica. En Latinoamérica, donde en general los pueblos originarios-salvo algunas excepciones donde fueron prácticamente desaparecidos, como Argentina y Uruguay-seguir resistiendo la conquista en una interminable licitación, estos nuevos planteamientos de plurinacionalidad buscan la representación efectiva de los mismos en las naciones modernas; naciones en las que se da la paradoja de que, teniendo mayorías de población indígena que no pudieron ser totalmente asimiladas ni doblar, presentan Estados calcados sobre los modelos liberales europeos desconociendo y marginando a los pueblos autóctonos, Estados centrados en las ciudades capitales y que tomaron el español como lengua oficial, siempre mirando hacia Europa o Estados Unidos abominando de su composición aborigen. La demanda de plurinacionalidad implica, en definitiva, el final del asimilacionismo político y cultural del que los pueblos indígenas han sido víctimas por cinco siglos.

“El problema del indio no es asunto de asimilación o integración a la sociedad” blanca, civilizada “, el problema del indio es problema de liberación”, decía taxativo el líder indígena Fausto Reinaga en la década de los 70 del siglo pasado. Y añadía, refiriéndose a esta posibilidad liberadora: “Europa nos ha impuesto su lenguaje, su religión, su historia, su moral, su cultura, su arte. Ahora pretende imponer su versión de la revolución, sus estrategias y tácticas “correctas” de lucha “. Desde hace ya algunas décadas los pueblos indígenas de diferentes regiones de Latinoamérica-la tradicional mano de obra barata y sin organización sindical para las grandes fincas de las burguesías nacionales agroexportadoras, y por otro lado, el personal doméstico de las clases medias y altas urbanas-vienen llevando a cabo una serie de luchas en defensa de sus derechos plenos y de sus territorios, bajo distintas condiciones y valiéndose de estrategias variadas. En esta dinámica política encuentran como sus enemigos directos a los Estados nacionales donde habitan, que más que acoger como ciudadanos los han marginado y reprimido históricamente. En esta lógica se enfrentan a las fuerzas armadas y policiales de estos países de los que son parte, los terratenientes y sus grupos armados privados, a las empresas petroleras (en general extranjeras y establecidas en territorios que los Estados nacionales-excluyentemente racistas y capital-les otorgan pasando por sobre los pueblos originarios), a las empresas forestales y mineras, así como a las empresas fraccionados y consorcios hoteleros, en un marco reivindicativo que va desde el político hasta el cultural. Sin idealizaciones simplistas ni glorificaciones mistificantes, no hay dudas que todos estos movimientos indígenas constituyen un reto al discurso hegemónico capitalista occidental. Sin plantearse una opción revolucionaria en términos clasistas según la concepción marxista clásica, sin dudas son una “piedra en el zapato” para la concepción dominante.

Con una tradición que viene de sus siglos de resistencia a la dominación española, los pueblos indígenas evidencian una democracia de base más genuina que las raquíticas democracias representativas surgidas en Europa y transplantadas al continente americano en una deslucida copia. Si las poblaciones indígenas, mayoritarias en algunos de los actuales países latinoamericanos, profundizan esas prácticas de democracia directa en la forma de sus autoridades políticas, inmediatamente se vuelven desafíos a los poderes tradicionales de sus países y el imperialismo norteamericano, puede confluir con las tendencias más contestatarias de otros sectores sociales, como la clase obrera industrial, los desempleados urbanos y, en definitiva, todos los sectores que el sistema capitalista-y más aún las políticas neoliberales de los últimos años-han venido segregando y empobreciendo. En otros términos, los movimientos indígenas vienen emergiendo en el mismo nuevo horizonte común de cambio social y político que levantan otros colectivos igualmente marginados, apostando por nuevas formas de democracia directa, participativa, lo cual es un reto abierto al statu quo, tradicionalmente conservador y racista y con un profundo sentimiento “anti-indio”.

A este respecto es interesante considerar la “Declaración de Quito” con la que concluyó el encuentro continental “500 Años de Resistencia India”, en julio de 1990, preparatorio de la contracumbre de celebraciones que tuvieron lugar con motivo del “encuentro” (o encontronazo?) de dos mundos en 1492: “los pueblos indios además de nuestros problemas específicos tenemos problemas en común con otras clases y sectores populares como la pobreza, la marginación, la discriminación, la opresión y explotación , todo ello producto del dominio neocolonial del imperialismo y de las clases dominantes de cada país “. Sin ser una opción marxista en sentido estricto, los movimientos indígenas de Latinoamérica tienen un potencial de cambio social enorme. O, al menos, son una confrontación abierta para los poderes capitalistas dominantes, sean las aristocracias locales o los capitales transnacionales, especialmente los estadounidenses. 

Sus reivindicaciones específicas como pueblos ancestrales los convierten inmediatamente en sujetos políticos de cambio, en tanto reivindican cosas que los años de colonia y luego de capitalismo periférico cuando las independencias formales de los Estados en que se desarrollaron, les ha negado. El solo hecho de pedir respeto a su identidad, y más aún: el acceso a la tierra oa los servicios mínimos de las sociedades modernas (salud pública, educación pública de calidad, otros servicios que trajo aparejado el desarrollo de la tecnología capitalista como viviendas más confortables, agua potable, comunicaciones, etc.) los ha transformado en otro colectivo más que, sin ser el “proletariado industrial urbano” que levantaba el socialismo clásico, también es un factor de protesta no menor, con un gran poder de convocatoria y movilización. Como muestra: la cantidad de presidentes que sus luchas han contribuido a deponer en estos últimos años (en Bolivia, en Ecuador), creando situaciones francamente prerrevolucionarias. Las izquierdas tradicionales de Latinoamérica-en general inspiradas en cosmovisiones europeizantes de marxismo ortodoxo, salvo chispazos alternativos como José Mariátegui en Perú o Carlos Guzmán Böcklin en Guatemala, que han propuesto nuevas interpretaciones de la cuestión indígena, siempre como marxistas, pero entendiendo de otro modo el fenómeno-han tenido muchas reticencias para aceptar teórica y prácticamente el hecho de una “movilización política indígena” como una entidad propia, y de hecho su accionar político siempre se ha encaminado a integrar los movimientos indígenas en la lógica de lucha campesina. 

Como claramente lo expresa el pensador guatemalteco Guzmán Böcklin, a la izquierda latinoamericana por años se esperó “la proletarización que exigían los pensadores estalinistas de las izquierdas ortodoxas para limpiar el camino que conduciría a la revolución”. El “problema indígena” fue para la izquierda en muy buena medida justamente eso: un problema. No encajaba en la teoría, era un “obstáculo” para la revolución proletaria. Pero si bien es cierto que las izquierdas mantuvieron una interpretación que subsumió a los grupos étnicos dentro de la categoría “campesinos”, en los últimos años puede apreciarse cierto cambio hacia una valoración más positiva respecto a las reivindicaciones de los pueblos indígenas por parte de algunos intelectuales y organizaciones políticas. Aunque es cierto que los pueblos indígenas en su mayor medida son campesinos, mantienen en sus reivindicaciones puntos específicos que, más allá de la globalización uniformando que se expande sobre el planeta, les confiere un perfil propio como colectivo. Y es este perfil propio, esta defensa sin restricciones de su identidad, esta reivindicación cultural de sus raíces que, precisamente, los pone en marcha en tanto nuevo sujeto político que alza la voz.

Sin ir al extremo de un pintoresquismo romántico-o ingenuo-que ve en los pueblos originarios sólo una suma de bondades (con lo que se estaría reeditando el mito del “buen salvaje”, mito eminentemente racista en definitiva ), también es cierto que el fenómeno de los pueblos indígenas de Latinoamérica no se agota con una lectura desde los parámetros del economicismo marxista ortodoxo. Sin duda los indígenas son campesinos, en muchos casos con limitado acceso a la tierra y con los mismos problemas que agobian cualquier campesino pobre del continente, pero también tienen otras demandas específicas que no van a deponer. De ahí aquella expresión: “como indios nos conquistaron, como indios nos liberaremos”. No hay dudas que el colectivo “pueblos indígenas” encierra un gran potencial de cambio. La resistencia histórica de cinco siglos viene esperando en silencio. De momento su reivindicación de territorialidad es ya un desafío al gran capital, mientras cuestiona el paso avasallador de las grandes empresas petroleras, mineras o explotadoras de la biodiversidad que justamente apuntan a los lugares donde ancestralmente habitan esos colectivos. Por el solo hecho de plantear una pertenencia histórica de estas tierras, eso ya constituye un obstáculo a la lógica de los grandes capitales. Mucho más aún si estas reivindicaciones van de la mano de organización política y articulación con “problemas en común con otras clases y sectores populares”, tal y como pedía la Declaración de Quito. La geoestrategia hemisférica de Washington y al intuir, de ahí la caracterización de “peligroso” para los nuevos escenarios que le desafían su hegemonía en los próximos años con los movimientos indígenas en crecimiento. La opción, como siempre, es la represión. Pero también la asimilación. 

En esta lógica aparecen las “ayudas” que el Banco Mundial y otros organismos internacionales similares vienen otorgando para impedir que se consoliden sujetos colectivos indígenas, al menos en tanto opción alternativa real. El ecuatoriano Pablo Dávalos lo expresó con claridad: “Cuando los indios emergen en el 90 empieza también la cooperación para el desarrollo. Las ONG del desarrollo aterrizan en el corazón del movimiento. (…) La cooperación rompe la solidaridad e inaugura rivalidades entre las comunidades con la creación de organizaciones de segundo grado que empiezan a disputar los recursos de la cooperación “. El indigenismo por indigenismo puro puede derivar en folclore, o en fundamentalismo. De eso no hay duda. Pero negar la especificidad de las luchas de los pueblos indígenas convirtiendo mecánicamente en campesinos es un déficit en la acción política que pretende transformar la actual realidad político-social. Como siempre, la realidad es mucho más verde que el gris de la teoría.





miércoles, 8 de junio de 2011

La internacionalización de La Amazonia


Va este muy famoso discurso del Ministro de Educacion del Brasil en el seno de la ONU en respuesta a una diplomatica peticion del representante norteamericano. El discurso es una notable postura nacionalista ante posiciones imperiales y es una leccion etica de la paradiplomacia que los paises perifericos son objeto por parte de la saberbia.

Un abrazo

Alberto Hernández Rodriguez

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Durante un debate en le preguntaron al ex gobernador del Distrito Federal y en ese tiempo Ministro de Educación de Brasil, CRISTOVÃO CHICO BUARQUE, ¿Qué piensa sobre la internacionalización de la Amazonia?.  El estadounidense en las Naciones Unidas realizó su pregunta, diciendo que esperaba la respuesta de un humanista y no de un brasileño.

Ésta fue la respuesta del Sr. Cristóvão Buarque:


.... "Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro. Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad.

Si la Amazonia, desde una ética humanista debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero.

El petróleo es tan importante para el bienestar de la humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.

De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales.

No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.

También, antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalizació n de los grandes museos del mundo.  El Louvre no debe pertenecer solo a Francia.  Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país.

No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Por el contrario, ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.

Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Foro del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad.  De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia...
cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.

Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños,internaci onalicemos todos los arsenales nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil. 

En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda. Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero. Mucho más de lo que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían estudiar; que mueran cuando deberían vivir. 

Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡Solamente nuestra! "



El programa hambre cero en Brasil

Frei Betto

Como asesor especial del presidente (Luiz Inacio) Lula (da Silva) para la movilización social del Programa Hambre Cero en Brasil, voy a dar testimonio de cómo se ha desarrollado éste en un año y siete meses de gestión de gobierno. Tres razones han llevado a Lula a impulsar este programa como prioridad de su gobierno. La primera es el combate a la pobreza. El 20 de septiembre de 2003, en la apertura de la Asamblea General de la ONU, el presidente Lula, con apoyo de Kofi Annan y de otros presidentes, propuso la Campaña mundial contra el hambre.
 
Al respecto, quiero recordar que hay cuatro factores de muerte precoz en el mundo: la guerra, el terrorismo, el SIDA y el hambre, este último es el que mata más gente, aún más que la suma de las víctimas de los primeros tres causantes. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cada día mueren cien mil personas, de quienes treinta mil son niños de menos de cinco años de edad. El 11 de septiembre de 2001, mucha gente se conmovió, y con razón, por las tres mil personas muertas en las Torres Gemelas de Nueva York. Al relacionarlo con el dato de la FAO, podemos decir que cada día mueren tantos niños, como el equivalente a dos torres gemelas, sin que esto cause conmoción, manifestación o protesta.
 
Me pregunto ¿por qué mientras se legisla en contra del terrorismo, el SIDA, o la guerra, no se legisla contra la pobreza? La única respuesta que he encontrado por ahora es cínica: porque de los cuatro factores de mortandad ya señalados, el único que hace distinción de clase, es la pobreza.
 
Es una vergüenza para nosotros que dos partes de la población mundial, cuatro mil millones de personas, vivan en la pobreza o por debajo del índice de la pobreza, y muchos en la miseria. Esto es una vergüenza. Según la ONU, existen 842 millones de personas en situación de desnutrición crónica. Es urgente una
campaña mundial contra el hambre, porque vivimos en una situación de barbarie, en la que una minoría tuvo la suerte biológica (es decir, la “lotería biológica”) de nacer en una familia, en una clase social que no le condena a la muerte precoz. Es el caso de todos nosotros aquí presentes, que hemos sido premiados por la
lotería biológica. Lo cual no podemos agradecer a Dios, porque Dios no tiene nada que ver con esta situación.
 
La segunda es una razón subjetiva. Brasil tiene ciento ochenta millones de habitantes y figura entre los cinco mayores productores de alimentos en el mundo; de modo que no tenemos ni falta de alimentos, ni exceso de bocas; tenemos falta de justicia, porque somos campeones no solamente de fútbol, sino también de desigualdad social. El 2% de la riqueza del país está en manos del 10% de la población y el 10% más pobre divide entre sí, comparte entre sí, 0,9% de la riqueza. Lo que significa que los ricos son más ricos y los pobres más pobres. En mí país hay que hacer una política de cambio de estructuras para poner fin a la
miseria y reducir drásticamente la desigualdad social.

Y, la tercera razón es que, en poco más de cien años de vida republicana en Brasil, hubo en 1919 un único presidente que luchó en contra de la pobreza. Lula es la otra excepción, pues él proviene de la miseria. De los doce hijos de su madre, cuatro murieron de hambre, antes de cumplir cinco años de edad. El propio Presidente recuerda que cuando niño tuvo mucha hambre. Esas son las razones que llevaron a esta prioridad.
En Brasil, el presupuesto de los primeros años de gobierno (...) lo decide el gobierno anterior. Y en 2003 elaboramos, Hambre cero, presentado en los últimos días de enero. Habíamos trabajado tres o cuatro meses en su concepción metodológica para no hacer de él una política pública asistencialista. El punto nodal era: no hay que hacer asistencialismo. Hay que ejecutar una política pública de inserción social, de modo que la gente beneficiada pueda caminar de la exclusión hacia la inclusión social.

Nuestra primera decisión fue: aquí no se va a hacer una maratón de distribución de comida. Esa fue la primera decisión, porque hacerlo no lleva a ninguna parte. Cuando Lula propuso “Hambre cero mundial”, un presidente de Europa Occidental, (de quien no puedo decir su nombre por razones obvias, para no crear
un problema diplomático) dijo: “sí, mi país va a enviar a África mucha comida”, y Lula respondió: “no, de ninguna manera, nunca comida”. Porque hay cuatro errores en esta supuesta generosidad: primero, es la mejor manera de justificar los subsidios agrícolas en Europa (y en Estados Unidos también); segundo, destruye las culturas locales; tercero, crea dependencia; y cuarto, es un regalo para los políticos corruptos, que van a administrar esos subsidios.

La decisión fue hacer un programa de inclusión social. En 2003, Hambre cero contaba con un presupuesto de 700 millones de dólares, que es muy poco para nosotros. Para que ustedes tengan una idea, el PIB en Brasil es de 500 mil millones de dólares. Era muy poco; pero, con este poco teníamos que hacer algo: arrancar Hambre cero. Definimos cinco prioridades –el orden no importa– los sin tierra, que son cuatro millones de familias sin tierra en Brasil, sobre todo los que están acampados en las carreteras y los asentados, que ya tienen alguna tierra; las aldeas indígenas en situación de desnutrición (en Brasil hay cerca de 700 mil indígenas); la gente que vive de la basura (en las grandes ciudades hay familias completas que viven en
basureros); los kilombos, que son descendientes de esclavos (más o menos mil comunidades que viven en mucha pobreza); y las zonas del nordeste, la más pobre del país, la zona de la sequía, que comprende once Estados de Brasil.

¿Qué hicimos? En la computadora del Gobierno Central había un catastro sobre las familias más pobres de Brasil. Tomamos en cuenta este catastro. Según esta fuente, quienes viven con menos de treinta dólares por mes son once millones de personas más o menos. Organizamos en todas las comunidades de Brasil estas cinco prioridades: un Comité hambre cero; dos mil trescientos grupos Comités hambre cero (que tenía el nombre de comité gestor, ahora tiene el nombre de Comité hambre cero), con nueve personas, porque en el Gobierno nos interesa seguir con la práctica política que ha creado las condiciones para que Lula haga gobierno, que es la capiralidad de la organización social; esto es para nosotros fundamental, en un gobierno que por primera vez en la historia de Brasil, hace trabajo de organización de base. Organizamos en cada municipio un comité de nueve personas, de ellas tres son propuestas por el poder público: una por el poder federal, otra por el poder departamental y otra por el municipal.
Los otros seis son elegidos por los grupos organizados de la ciudad: religiosos, sindicatos, asociaciones, los sin tierra, movimientos organizados muchas veces conformados por mil o dos mil personas para discutir quiénes serían estas seis personas. 

Este comité ha hecho investigaciones para corroborar si las familias asentadas en el catastro merecían o no seguir allí; más o menos había un desvío de treinta por ciento. De cada cien familias, treinta no merecían estar en el catastro, muchas veces por el mal trabajo de quienes tuvieron a su cargo incluirlas en la lista y algunas veces por corrupción: el alcalde que incluyó a su sobrina, su vecina, su tío, que no tenían razón de estar ahí. Nosotros estamos haciendo un plan de combate al hambre, pero aún no logramos hacer uno de combate al pecado original (...), entonces, esas situaciones se siguen dando. Bueno; esa es la ventaja, no es el alcalde quien controla a la gente que debe estar en la lista. Es el alcalde junto con la sociedad civil organizada en este Comité hambre cero, que tiene poder de vetar y sacar (...) Así, debo decir que uno de ellos tiene el código
de acceso a la lista y el otro el código para tener acceso a la computadora. Si los dos no trabajan juntos, nadie puede trabajar.

Unificamos todos los mecanismos federales de transferencia de renta a los más pobres. Hubo diferentes criterios y mecanismos. Juntamos a todos en un solo programa que se llama Beca familia. Entonces, Hambre cero camina sobre tres piernas; primero está la política de transferencia de renta a cada una de las familias. Pero aquí hay un detalle, el dinero no pasa por las manos del alcalde, y yo escuché decir a un alcalde: “no, no me gusta Hambre cero porque el dinero no viene a la alcaldía”; va directamente a la familia. Cada familia tiene una tarjeta ciudadana y cada mes va al banco federal y saca su dinero. Esta tarjeta se entrega de preferencia a las mujeres, por razones que, si los hombres quieren saber, que pregunten a las mujeres, ellas van a saber contestarles.

Estas transferencias son más o menos equivalentes a veinticinco dólares (considerando que el salario mínimo en Brasil es de más o menos ochenta y cinco dólares, esta familia tiene para todo el mes veinticinco dólares para comprar comida). La sospecha de que el marido le va a quitar el dinero a la mujer para emborracharse no se justifica ¿por qué? porque las familias están organizadas y, una vez organizadas (quien ha trabajado con el movimiento popular sabe eso), si pasa, pasa una sola vez, pues las demás familias cuidan de que eso no vuelva a ocurrir.

Ahora bien, la familia tiene que cumplir tres condiciones, que son deberes básicos: primero, no puede tener analfabetos; si tiene analfabetos tiene que ir a un curso de alfabetización y tenemos dentro de Hambre cero, una campaña nacional de alfabetización; la segunda condición es, que todos los hijos tienen que estar en la escuela, hasta los quince años de edad; la tercera, seguir un programa
de salud.

Si la familia tiene hijos en edad escolar, tiene derecho a cinco dólares más por hijo, hasta un máximo de tres hijos por familia. Y cuando hacemos sociedad con el gobierno del Estado y el gobierno municipal, ellos también añaden alguna cuota más de dinero, de modo que hay poblaciones Hambre cero que reciben alrededor de ochenta dólares (casi un salario mínimo completo) porque ahí hay una participación más efectiva de los poderes locales.

Todos, todos los viejos, los que tienen más de sesenta y cinco años de edad y viven en la zona rural, tienen derecho a un salario mínimo por mes. Esto ha redundado en muchos problemas: antes era para las familias pobres un problema tener a los viejos en las casas, ahora, hay familias que quieren tener muchos viejos.

Son políticas efectivas de transferencia a la gente; esa es la primera pierna. Pero no basta; con esto no se va a sacar a la gente de la miseria; entonces hay un segundo aspecto, una segunda pierna: son las políticas estructurales. Hambre cero es una política pública, un abanico que comprende sesenta programas
públicos, con la participación de la sociedad civil. Va desde la reforma agraria, la capacitación laboral, el cooperativismo, la agricultura familiar, hasta un complejo de programas distintos que crean las condiciones para que la gente pueda salir de la miseria. Voy a reseñar dos o tres programas fundamentales. Debo aclarar que este año el presupuesto de Hambre cero corresponde a uno por ciento del PIB de Brasil: cinco mil millones de dólares. Para nosotros es muy significativo, no suficiente, pero muy significativo por ser una prioridad del Gobierno.

Uno de los programas consiste en que cuando tenemos que comprar alimentos para formar canastas para situaciones y necesidades, por ejemplo, aldeas indígenas o gente que está en campamentos de los sin tierra en la carretera y que no tiene como producir algún alimento, tenemos que formar una canasta básica. Jamás compramos en el comercio.

Lo anterior significa que no compramos comida del comercio; compramos directo a la agricultura familiar. Esto crea una circulación de riqueza y puestos de trabajo en las zonas más pobres de Brasil. Si me preguntaran ¿cuáles son las señales más sensibles de los avances de Hambre cero? respondería que son tres:
una es sociopolítica; desde que empezó el Gobierno, cuando se ha preguntado en todas las encuestas ¿cuáles han sido los mejores logros del gobierno de Lula? en primer lugar, Hambre Cero.

Los efectos más sensibles de este pro-grama son la reducción de la desnutrición y de la mortalidad infantil. Yo conozco municipios de Hambre cero que, en diciembre de 2002, en el noreste de Brasil, tenían un índice de mortalidad infantil de cincuenta y uno por cada mil niños nacidos vivos, durante el primer año.

En junio de 2004, en este mismo municipio hubo mortalidad infantil cero. Por razones muy sencillas, por ejemplo, el trata-miento del agua: porque por cada tres niños que mueren de hambre en el noreste, dos son por el agua contaminada. Así es que, una capacitación sobre cómo tratar el agua y hacer un pequeño trabajo
de saneamiento en la ciudad cambia significativamente la mortalidad. En cada zona de Brasil agrupamos alrededor de diez o veinte municipios y hacemos un círculo e instituimos un Consejo de Seguridad, Alimentación y Desarrollo Sostenible

Qué es lo que persigue este Consejo; busca en la gente (porque debo decir que toda metodología de Hambre cero está basada en la metodología de Paulo Freire) sus iniciativas productivas, no aquellas que nosotros pensamos que van a ser buenas. Porque Hambre cero quiere seguir la misma lógica de un presupuesto participativo, que es una iniciativa de las alcaldías del PT en Brasil. Pero, como no es posible hacer un presupuesto participativo en todo el país, al menos que queramos seguir con esta práctica que es más democrática: ir de abajo para arriba; esto es lo más democrático posible, con participación de la gente.

A través de la discusión con la gente, vamos a descubrir formas de economía solidaria, de comercio justo. Voy a dar un ejemplo: en una zona muy pobre, un señor me dijo: “bueno yo vivo en una situación muy difícil, porque lo único que esta tierra produce es yuca, y ¿por qué yuca? porque mi abuelo aquí plantaba yuca y mi padre también”. En esta misma zona, los Consejos han descubierto que había abejas en la zona de sequía, en donde las abejas tienen pocas flores y trabajan como esclavas. Por eso producen la mejor miel de Brasil, la más aceptada para la exportación, porque tiene bajo nivel de oxidación. Entonces, ahora esta gente que plantaba yuca gana dinero con miel de abeja. Este es un ejemplo de cómo vamos buscando con la gente formas alternativas de producción.

Para hacer de Hambre cero un pro-grama exitoso, Lula propone cinco grandes reformas estructurales; tres ya están listas, en pro-ceso, y dos todavía se están elaboran-do. Las primeras tres son la seguridad social, la tributaria y la agraria; las que están en estudio son la laboral y la política. La reforma agraria consiste en asentar quinientas treinta mil familias en cuatro años. El Movimiento de los sin tierra, con el que tenemos excelentes relaciones, es muy crítico al Gobierno, pero ningún movimiento social, hasta ahora, ha roto
con el Gobierno y nosotros somos los primeros en decir que hay que ser críticos. Bien, yo trabajo en la Oficina de Movilización Social de la Presidencia de la República y, que yo sepa, a los gobernantes les gusta la sociedad inmovilizada, y Lula ha creado una oficina de movilización social (lo que los antiguos partidos
comunistas llamaban ”agitación y propaganda”). Pero, como soy un fraile y estoy en un programa que es la versión política de la multiplicación de los panes y los peces de Jesús, entonces, nadie puede acusarme por alguna sospecha.

Los Sin tierra querían un millón de familias, y Lula dijo, un millón es lo ideal, pero no tenemos presupuesto para eso. No tenemos condiciones, tenemos condiciones para quinientas treinta mil familias. Para asentar a estas familias con calidad.

Claro, tenemos problemas. Para entender al gobierno de Lula hay que tener anteojos; son dos lentes ahí, fundamentales. Primero, porque hay gente de la izquierda que hasta ahora no ha entendido bien. Hay que recordar que Lula no llegó el 1 de enero de 1959 a La Habana, no hizo una revolución, ganó una elección. Es muy distinto hacer una revolución y ganar una elección. Estamos haciendo una reforma agraria (además el poder judicial y el poder legislativo en Brasil son de tendencia conservadora) y las reformas tienen que pasar por ellos; por tanto, las reformas no se pasan con la prisa que la gente quiere. Yo mismo me siento (...) a veces mis amigos me preguntan ¿cómo se siente en el gobierno? yo nunca había sido funcionario público; me siento montado en una tortuga, muy lejos, y el animal es lento, muy lento.

Con la primera lente debemos ver que Lula no hizo una revolución, ganó las elecciones; con la segunda, que llegamos al gobierno, no llegamos al poder. Ahora se trata de conquistar gradualmente parcelas de poder. Y tenemos presente en la memoria de la izquierda de la América Latina, que Joao Goulart pensó que al llegar al gobierno había llegado al poder, lo mismo que Allende y el Frente Sandinista. Y no queremos ser una bella página del pasado de la izquierda en América Latina. Intentamos aprender de la experiencia de nuestros honorables compañeros de la lucha por la liberación de América Latina,

La tercera pierna de Hambre cero es la educación popular. Porque, partiendo de cierto principio que está basado en un verso de un escritor cubano que se llama A. Cardoso: “el ser humano tiene dos grandes hambres, de pan y de belleza; la primera es saciable y la segunda insaciable”. Partimos de esto: que no
basta ofrecer a la gente cosas materiales. También por-que nosotros venimos de una experiencia con las comunidades eclesiásticas de base en Brasil, con los movimientos populares, y jamás hemos ofrecido ningún bien material; lo único que tenemos que ofrecer es un bien simbólico, una nueva visión del mundo, una nueva
subjetividad; desde ahí, producimos una clase de nuevos militantes políticos, de protagonistas políticos.

Así es que, cuando la gente pregunta ¿cómo se siente ahí en la explanada, en Brasil, en donde están todos los ministerios? contesto que me siento muy bien, porque a la mitad de los ministros de Lula los conocí en las comunidades eclesiásticas de base y a la otra en la cárcel. Como estuve en esos dos lugares, entonces, me siento muy bien ahí.

Quiero hablar de Marina Silva, actual Ministra de Medio Ambiente, originaria de la Amazonía, discípula de Chico Mendes; ella aprendió a leer a los catorce años de edad y ahora es una figura emblemática de la lucha ecológica, de la lucha por la protección de este planeta que estamos violando en todo.

Hacemos trabajo de educación popular a través de un equipo que congrega siete centros de educadores en todo el país llamado taller, lo que para ustedes significa oficina, capa-citación, para nosotros es cubierto, y como tiene la doble resonancia, le llamamos taller. Éste trabaja con cada una de las familias de Hambre cero; o sea: produce mecanismos de educación para llegar a todas las familias, de manera que la familia pueda cambiar sus paradigmas y asumir su autoestima y su protagonismo sociopolítico.
 
Algunos me preguntan ¿y tú crees que un pobre, semianalfabeto, puede llegar a ser protagonista político? A lo que respondo: claro que sí, porque conozco a varios ministros de Lula que han hecho este recorrido; pero, el más pobre de todos ha sido el propio Lula, ahora Presidente de Brasil. Yo siempre he dicho que, si
hay una persona responsable de todo esto, esta persona se llama Paulo Freire. Si comprendemos la pedagogía de Paulo Freire, podemos comprender lo que pasó en Brasil, entenderíamos por qué el PT llegó al Gobierno Federal.

Tenemos un programa muy importante dentro de Hambre cero que se llama Sed cero. Al respecto quiero comentar: en México hay nieve en algunas partes, lo mismo que en Argentina y en Chile. Yo nunca he escuchado que en Argentina o en el sur de la Patagonia se haga un programa nacional de combate a la nieve,
porque no se combate a la nieve, se aprende a convivir con la nieve; se combate al frío. En los gobiernos anteriores de Brasil había un programa nacional de combate a la sequía.
 
Hace veinte años, un genio llamado Manuel, un agricultor semianalfabeto, inventó, descubrió tres cosas importantes: primero que no se combate la sequía, sino se aprende a convivir con ella; hay que combatir la sed. Segundo, que San Pedro (que es el protector de la lluvia en Brasil) no ha sido injusto porque, a pesar
de que las lluvias llegan pocos días, si la familia trata de conservar agua durante estos pocos días, va a tener agua para todo el período de la sequía. Y, la tercera, que sí se puede desarrollar una tecnología muy barata y eficaz para captar agua de lluvia; inventó una cisterna de captación de agua de lluvia incorporada al techo
de su vivienda. Explico: ésta pasa por todo el techo (y ustedes saben que el agua de lluvia es potable).

Cada día estoy más decepcionado con los arquitectos, con los ingenieros. ¿Por qué no hacen esto en nuestras casas? Si el agua de lluvia es gratis, es gratuita, es potable, es sana. La gente ahora está preocupada en el mundo porque el agua se termina, pero Dios sigue mandando agua gratuitamente, sin tener que pagar. Ahora tenemos planificado construir un millón de cisternas. Una cisterna de éstas cuesta doscientos cincuenta dólares, dura cuarenta años y libera a la familia, política, social y económicamente. Políticamente, porque jubila a todos los políticos que viven del comercio del agua y que son muchos en el noreste de Brasil; socialmente, porque mujeres y niños ya no tienen que caminar kilómetros cada día para buscar agua contaminada; ahora la mujer puede dedicarse con su marido a la agricultura familiar y los niños pueden ir a la escuela; y económicamente, porque mueve la agricultura familiar. La gente es muy inteligente, porque aprovecha el agua: el agua del baño, de la limpieza, de los trastos de cocina. No la desperdicia, la conserva y riega las plantas, la utiliza en la plantación pero con cuidado de mantener tres o cuatro palmos de distancia, para que la tierra asegure los ingredientes químicos; así hay un gran aprovechamiento del agua.
 
Cada una de estas cisternas tiene capacidad para seis mil litros de agua. Suficiente para que una familia pueda pasar nueve meses (una familia de hasta cinco personas) con agua todo el tiempo. Dentro del Programa tenemos una serie de programas de movilización; más o menos cuatrocientas empresas (muchas son multinacionales) participan en el Programa Hambre cero. ¿Cómo participan? Hay empresas que adoptan un
municipio Hambre cero y van al Comité, con el alcalde, a debatir en qué rubro van a invertir: en la educación, en la salud o en la capacitación laboral; después, se toma una decisión. Así, las empresas van cumpliendo con su responsabilidad social.
 
Además, tenemos un programa que se llama Escuelas hermanas, y funciona así: una escuela de Sao Paulo o de Río se convierte en hermana de una escuela de niños pobres de Hambre cero, y a través de cartas se comunican. Durante las vacaciones viajan, hacen intercambios, etcétera; es muy interesante. Además
tenemos programas de participación de iglesias, sindicatos y ONG; en fin, hay lugar para todo tipo de gente en el Programa.
 
Bueno, se me terminó el tiempo. Quería compartir con ustedes esta política. Tenemos muchas dificultades para hacer la sinergia entre las políticas públicas; tenemos muchas dificultades para conseguir la participación de todos los alcaldes, de algunos gobernadores, pero vamos hacia adelante.
 
Hasta ahora hemos llegado a cuatro millones de familias; en diciembre llegaremos a seis millones y medio de familias y posiblemente vamos a cumplir la meta; no significa que la gente vaya a salir de su pobreza, pero creemos que vamos a reducir drásticamente la miseria en nuestro país.

Muchas gracias

martes, 7 de junio de 2011

El Estado de Chiapas fue pionero en México en abrir una oficina local de relaciones internacionales.

VE LA NOTA COMPLETA EN

http://paradiplomacia.org/noticias.php?lang=sp&seccion=3&nota=44


Guatemala reconoce solidaridad hacia migrantes en Chiapas: Álvaro Colom

01 de Junio de 2011
- Agradece Juan Sabines, a nombre de Chiapas, Condecoración Orden del Quetzal, que le entregó el pueblo guatemalteco




Como un reconocimiento del pueblo de Guatemala al pueblo de Chiapas, a favor de la protección de los derechos humanos de migrantes centroamericanos, el presidente de la República de ese país Álvaro Colom Caballeros impuso la Orden del Quetzal en grado Gran Cruz al gobernador Juan Sabines Guerrero, la máxima condecoración que entrega este país a connacionales o extranjeros.

El viceministro de Relaciones Exteriores del país centroamericano, Luis Estevez, leyó el acuerdo que se tomó desde el gobierno de Guatemala: “Considerando que el honorable señor Juan Sabines Guerrero, gobernador constitucional de Chiapas, desde su ascensión a ese cargo público ha desarrollado una recia campaña para protección de los derechos humanos de los migrantes centroamericanos y especialmente guatemaltecos y un decidido apoyo a los consulados de los países del istmo”.

En su intervención el presidente de Guatemala, Álvaro Colom, reconoció la labor que se ha hecho en Chiapas a favor de los migrantes centroamericanos, situación que se ha transformado en los últimos años: “Los reportes que hemos recibido del tratamiento a nuestros migrantes en el estado de Chiapas yo diría que es ejemplar, no es una acción aislada, es un programa de atención a migrantes, los albergues, el fiscal especial para delitos contra migrantes, en fin”.

Indicó que esta nueva directriz de la entidad inició con la llegada del mandatario estatal, Juan Sabines, quien ha sido respaldado en dichas acciones por el pueblo chiapaneco, para ver al migrante como un ser humano hermanado con el pueblo mexicano: "Y hoy quisimos condecorar al señor gobernador por esa su solidaridad natural y no lo pedimos, sino que fue natural esa actitud hacia estos héroes que van en busca de una mejor vida; no son ilegales, no hay que criminalizarlos, simplemente son seres humanos que van en busca de un mejor futuro”.

Luego de recibir la máxima condecoración que entrega el Gobierno de Guatemala y al convertirse en el único mexicano en recibirla como reconocimiento a su labor, el gobernador Juan Sabines Guerrero señaló que esta nueva política humanista es una convicción compartida: “Compartimos con usted la convicción de la obligación gubernamental del respeto a los derechos humanos de los habitantes de nuestra región, habitantes permanentes o temporales, incluyendo al sector migrante mesoamericano”.

Convicción que se refleja desde el Gobierno Federal a la llegada del presidente Felipe Calderón Hinojosa, ya que en los últimos cinco años el Gobierno Federal pasó de ser perseguidor de migrantes a defensor de sus derechos humanos, un gobierno incluyente: “Aquí tuve el gusto de acompañar al presidente de mi país Felipe Calderón, amigo de Guatemala y de su gobierno, que ha demostrado con hechos ser también promotor del respeto a los derechos humanos de los migrantes guatemaltecos. Hace dos años a nivel nacional el presidente Calderón despenalizó la migración y hace apenas una semana promulgó la nueva Ley de Migración, instrumento jurídico único en su tipo, enfocado a reconocer los derechos de los migrantes. Con el presidente Felipe Calderón y con usted coincidimos en gobernar de forma incluyente para todos, por ello en la reforma de estado en Chiapas insistimos en el respeto de los derechos humanos de los migrantes, desde entonces quitamos del léxico jurídico y promovimos que a nadie se le llame ilegal”.

En su mensaje al pueblo de Guatemala, el mandatario chiapaneco enumeró las acciones que se han emprendido en la entidad para proteger los derechos humanos de quienes transitan por territorio estatal, como el derecho a la identidad para niños hijos de migrantes, derecho al trabajo, a la educación y a la salud; como parte del Consejo Estatal de Derechos humanos se creó la Comisión que protege sus Derechos Humanos y también la Fiscalía Especializada para atender delitos cometidos en contra de migrantes, que ha logrado la desarticulación de 32 bandas dedicadas a ilícitos en su contra.

“Ante los viejos y nuevos retos pasamos de los tiempos en que se escondían los problemas y se decía que no había trata en Chiapas, a reconocerlos como una realidad que avergüenza pero que hoy enfrentamos, prueba de ello es que fuimos el primer estado en ganar un juicio federal contra una tratante de personas”, destacó.

A partir de este trabajo este año se rescataron a más de 80 migrantes que eran transportados en forma inhumana, muchas de las estrategias que desde hace dos años se aplican en Chiapas han servido de modelo a nivel nacional aseguró Juan Sabines Guerrero: “Los logros de estos años en Chiapas responden a la convicción de un pueblo solidario que se congratula de que muchas de las prácticas que realizamos en Chiapas en beneficio de los migrantes hoy sean asimilados también por una ley de carácter nacional”.

En este afán de proteger aún más estos hombres y mujeres que cruzan fronteras en busca de un mejor futuro para ellos y sus familias, el gobernador Juan Sabines planteó ante el pueblo guatemalteco la eliminación de visas, para acabar así con el negocio de la trata de personas y hacer un tránsito ordenado de personas: “Es la sustitución de la visa por un documento en la que cada patria mesoamericana avale la identidad de sus hijos, que con eso sea suficiente para entrar a mi país, Guatemala lleva un gran avance en la expedición de cédulas de identidad con datos biométricos”.

Y es que el Ejecutivo Estatal planteó que hoy es tiempo de ver a la frontera no como sinónimo de problemas sino de esperanzas y proyectos conjuntos, planteamiento en el que coincidió el propio presidente de Guatemala al referirse a futuros proyectos entre Chiapas y su país: “De ver esa gran biosfera maya unida a montes azules a calkmul y que le demos a la humanidad una reserva forestal y una biodiversidad que sería un porte extraordinario de las regiones de Mesoamérica de este mundo maya que compartimos”.

Juan Sabines, embajador de la paz con ceremonia de la rosa

Previo a la entrega de la Orden del Quetzal, ambos mandatarios participaron en la ceremonia del cambio de la rosa en el patio de la paz de Palacio Nacional de la Cultura en Guatemala. Esta ceremonia consiste en un símbolo de alto valor para el pueblo de Guatemala y en ella el gobernador Juan Sabines Guerrero fue reconocido como embajador de la paz.

Y es que el 29 de diciembre de 1996, después de 36 años de guerra interna, se firmaron los acuerdos de paz en el patio de palacio nacional de la cultura y para conmemorar dichos acuerdos se erigió este monumento que representa un par de manos entrelazadas que sostienen una rosa blanca, la que se cambia cada 24 horas, se trata de un símbolo de 24 horas de cultura de paz de los guatemaltecos así como el compromiso de quien la recibe de hacer llegar el mensaje de paz a su pueblo.

El gobernador Juan Sabines Guerrero, durante su gira por la vecina república, en el marco de la Segunda Reunión del Grupo Latinoamericano por la Administración Pública GLAP, dictó la Conferencia Magistral “Construcción o Reconstrucción de las Instituciones Públicas en un Estado de Derecho: Caso Chiapas”.